Reflexión por Alonso Valera Miranda

“Hasta hace poco noté un hecho, el cual me hizo reflexionar sobre la cultura de inocuidad” 

Quisiera compartir con ustedes el día de hoy una experiencia que me hizo reflexionar más de cerca sobre la cultura de inocuidad alimentaria.

Debido a la pandemia desatada por la llegada del virus SARS-CoV-2 y la enfermedad COVID-19 que ha cobrado vidas en todo el mundo, en el edificio donde resido se decidió instalar, sin ningún aviso, tres felpudos sanitarios en el área de ingreso, uno más húmedo que el anterior. Obviamente, yo había visto algo de ello en las noticias, estos felpudos o alfombras son utilizadas como una forma para desinfectar el calzado que pudiera contener el terrible virus; sin embargo, el problema que pude observar es que muchos usaban un felpudo, solo dos de ellos o ninguno. No había organización en el modo en que se utilizaban y, por ende, terminaban siendo inútiles.

Ahora, no intento reflexionar sobre si la forma en como usábamos el felpudo era la correcta, sino más bien me pregunto: ¿Cuál era la forma?, ¿Qué esperan que hagamos?, ¿Qué espero yo de todo esto?

Preguntas como estas de seguro se han levantado en este tiempo y se seguirán dando también en el rubro de alimentos y esto se debe a las expectativas no muy claras o ausentes tanto de las empresas como de sus trabajadores, este es el punto de mi reflexión.

“Lograr alimentos inocuos” o “lograrlo a partir de capacitaciones”, pueden ser respuestas válidas, pero débiles si nuestro personal no tiene ninguna expectativa clara desde un comienzo respecto a ello. A veces el camino más corto resulta el más complicado, y aspectos que pocos conocemos y valoramos, muchos desconocen y por tanto lo consideran irrelevante.

¿Qué es lo que podemos hacer? ¿Qué sería lo ideal?

Frente a esto, las empresas deben establecer y comunicar expectativas de inocuidad claras y así mismo conocer las expectativas de inocuidad del personal, esto permitirá desarrollar estrategias para atacar un problema que casi siempre lo enfocamos desde un punto muy técnico y hasta aburrido, llevando a cabo con éxito la tarea de levantar una cultura de inocuidad eficiente dentro de la misma organización.

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Cultura de inocuidad: No sé hacerlo, no puedo hacerlo, no quiero hacerlo.

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