Errores más frecuentes en auditorías autogestionadas

Introducción: el dilema del espejo

La auditoría interna es, en teoría, un ejercicio de autocrítica técnica. Pero cuando se realiza con los mismos ojos que conviven día a día con los procesos, el reflejo puede distorsionarse.
En muchas empresas, las auditorías internas terminan siendo una rutina más: se preparan documentos, se revisan registros y se confirman procedimientos… sin incomodar demasiado.

La pregunta incómoda es: ¿se está auditando para mejorar o solo para cumplir?
Hagamos una autocrítica: ¿cuántos de nosotros realizamos las auditorías internas con el propósito real de mejorar, encontrar fallas o debilidades, y no solo porque lo establece la norma?

El efecto “ceguera por costumbre”

Con el tiempo, los equipos internos se adaptan al entorno que auditan. Ven los mismos errores cada día, los normalizan o minimizan y, en cierto modo, dejan de verlos.
Esto genera lo que algunos autores llaman “ceguera organizacional”: cuando el exceso de familiaridad con los procesos impide reconocer desviaciones o riesgos reales.

Además, las relaciones jerárquicas internas influyen: pocos auditores se atreven a levantar hallazgos en áreas donde trabajan sus propios jefes o compañeros cercanos. Según BRCGS, los auditores deben ser independientes... pero, ¿hasta qué punto realmente sus opiniones o hallazgos lo son?

Principales consecuencias:

• Informes con hallazgos “suaves” o ambiguos.

• Falta de acciones correctivas reales.

• Sensación de cumplimiento, pero sin mejora continua.

Falta de entrenamiento y experiencia técnica

No todos los auditores internos tienen el mismo nivel de preparación.
Una auditoría efectiva requiere competencias en análisis de riesgo, interpretación de normas, comunicación asertiva y pensamiento crítico. Cuando el auditor carece de entrenamiento o experiencia, la auditoría se convierte en una lista de cotejo superficial.

Teóricamente, basta con una capacitación de formación de auditor interno para realizar el programa de auditorías… pero realmente, ¿una capacitación o entrenamiento de dos días puede cubrir la experiencia necesaria? El desarrollo del criterio, la capacidad de análisis, el conocimiento técnico y las habilidades de observación solo se fortalecen con práctica, mentoría y exposición constante a distintos entornos productivos.

Ejemplo real: en sistemas como BRCGS Food o FSSC 22000, se ha observado que más del 40 % de las no conformidades mayores en auditorías de certificación provienen de debilidades no detectadas en auditorías internas previas.

Informes incompletos o “básicos”

Cuando la auditoría se hace solo para cumplir con el requisito de la norma, los resultados suelen reflejar ese mismo propósito.
Muchos auditores —por falta de tiempo, experiencia o seguridad— emiten informes incompletos, con descripciones vagas, sin evidencia suficiente o con hallazgos redactados de forma tan general que pierden valor para el seguimiento.

El informe, que debería ser una herramienta de aprendizaje, termina siendo solo un archivo más para la carpeta de la auditoría.
Una auditoría sin análisis, sin causas raíz claras y sin indicadores de eficacia no aporta valor al sistema; solo llena un requisito documental.

Falta de tiempo: la auditoría “exprés”

Otro factor común es el tiempo.
Cuando el auditor interno tiene además otras responsabilidades —producción, calidad, mantenimiento, supervisión—, la auditoría se convierte en una tarea más de su lista. Se audita entre reuniones, entre turnos o al final del día.

La falta de tiempo genera auditorías superficiales, con entrevistas rápidas y revisiones incompletas.
Auditar no es revisar: es observar, analizar y cuestionar. Pero eso requiere tiempo, concentración y preparación previa, tres cosas que escasean cuando el sistema depende únicamente de personal interno sobrecargado.

Las ventajas de un auditor externo: objetividad y mirada fresca

Contratar una empresa externa no es “gastar en algo que se puede hacer dentro”; es invertir en mirada independiente, benchmarking sectorial y retroalimentación técnica profesional.

Un auditor externo tiene años de experiencia en la industria; ha enfrentado auditorías tanto como parte auditada como en el rol de auditor, conociendo ambos lados de la moneda. Esa experiencia le permite identificar no solo las desviaciones, sino también las oportunidades de mejora que el equipo interno suele pasar por alto.

Un auditor externo:

• No está condicionado por relaciones jerárquicas ni presiones internas.

• Detecta desviaciones con mayor objetividad.

• Aporta comparaciones con otras organizaciones del sector.

• Refuerza la cultura de mejora y la transparencia.

Además, ayuda a preparar mejor al equipo para auditorías de certificación o de clientes, anticipando posibles hallazgos y fortaleciendo la confianza del sistema.

Cómo equilibrar ambos mundos

El modelo más eficaz no elimina al auditor interno: lo complementa.
La empresa puede mantener su programa de auditorías internas, pero incorporar revisiones externas de forma periódica —por ejemplo, una o dos veces al año— para evaluar la eficacia global del sistema.
Esto no solo aporta objetividad, sino que también forma al equipo interno al ver cómo audita un experto.

Conclusión: auditar no es vigilar, es aprender

Una auditoría interna bien hecha no busca culpables, sino causas.
Las organizaciones que entienden esto transforman la auditoría en un motor de cultura: aprenden a mirarse con honestidad.
La confianza se fortalece cuando se mira con lupa… pero con ojos nuevos.

En IBRO, creemos que auditar es un acto de aprendizaje, no de control

Nuestras auditorías internas están diseñadas para encontrar oportunidades, no solo conformidades.
Aplicamos metodologías basadas en normas internacionales (BRCGS, FSSC, IFS, FSMA, ISO 19011) y en los principios de cultura de inocuidad, para ayudar a las empresas a mirar más allá del cumplimiento: hacia la mejora continua y el liderazgo visible.

Si quieres fortalecer tu programa de auditorías internas o incorporar la mirada objetiva de un auditor externo, nuestro equipo puede acompañarte en el proceso.
La mejor auditoría no es la que encuentra fallas, sino la que impulsa a superarlas.

📅 Solicita una reunión con nuestros asesores y diseñemos juntos un programa de auditorías que agregue valor, fomente la transparencia y eleve la cultura de inocuidad en tu organización.

Bibliografía y fuentes recomendadas

• ISO 19011:2018. Directrices para la auditoría de los sistemas de gestión. International Organization for Standardization.

• BRCGS Food Safety Issue 9 (2023). Section 3.4 – Internal Audit Requirements. BRCGS Global Standards.
• Reason, J. (1997). Managing the Risks of Organizational Accidents. Ashgate Publishing.